Me siento bendecido de haber tenido a Carmen Arce como mi abogada. La conocí por un amigo, Rodrigo Artilheiro que me convenció de trabajar con ella porque el otro abogado con el que trabajaba me dijo que no calificaba para aplicar a la residencia y me hacía aplicar a visas de trabajo. Hablé con Carmen y ella me dijo: “por supuesto que calificas para la residencia, tienes un buen caso”. Ese día estuve seguro que ella era el ángel que Dios puso en nuestras vidas. Ella es muy paciente, profesional y buena. Su actitud positiva y conocimiento de la ley de Inmigración nos ayudó a lidiar con obstáculos que tuvimos en el camino. Obtuvimos la residencia en siete meses después del día que aplicamos. Nunca olvidare el dia que ella nos dio la buena noticia!